En estos días andan dando vueltas las declaraciones del presidente de la UCR y actual senador Ernesto Sanz, quien manifestó cuestionamientos acerca del modo en que los sectores populares gastan el dinero que perciben a través de la Asignación Universal por Hijo. Tal cual refiere Página/12: "Primero fue el jueves en un acto político en Santa Fe, y luego lo justificó en una entrevista con el programa Contrapunto, de LT9 de esa provincia. 'En el conurbano bonaerense la Asignación Universal por Hijo, que es buena en términos teóricos, se está yendo por la canaleta de dos cuestiones: el juego y la droga', sentenció" . Las refutaciones a los dichos de Sanz pueden leerse en la nota de referencia y, también, en el sitio de Ezequiel Meler. Y, asimismo, fueron objeto de cuestionamientos en la edición de 6, 7, 8 Domingo.
Resulta claro que los dichos de Sanz no son el resultados de una emoción violenta -dado que los repite- sino fruto de un cálculo, de una estrategia, diríamos. Es obvio que el jefe radical no se preocupa por exhibir algún estudio que certifique sus afirmaciones, sino que se limita a enunciar un diagnóstico verosímil para cierto sentido común instalado en las capas medias antiperonistas. Esto es: la inversión en políticas sociales -leída como gasto- sólo promueve el despilfarro de los pobres.Sanz sabía que sus dichos serían cuestionados en su inconsistencia y denunciados en su mala fe, al tiempo que tolerados por la corporación mediática, pero él apunta a otro auditorio: el electorado que disputan las expresiones políticas opositoras. Sanz puede coquetear con la construcción de alianzas "progresistas" pero en verdad se orienta a arrebatarle al desfalleciente macrismo y al confundido "peronismo disidente" la vanguardia opositora por derecha al Gobierno nacional. Y este es el sentido último de su provocación.
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