domingo, 30 de septiembre de 2012

Coloquio en Harvard: ¿exponiendo a Cristina, para qué?

El desempeño de la presidenta Cristina Fernández en la entrevista pública realizada por los estudiantes de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard, ¿tendrá algún impacto sobre su imagen o intención de voto? Seguramente no, más allá de lo que comunique la prensa opositora, utilizando encuestas “express” que le darán “MAL” a Cristina, supuestamente perdedora en este “examen”. Y allí van Lanata, Sarlo y el resto del séquito de amanuenses. Y, dado que las audiencias siguen amuralladas en sus preferencias, como bien nos ha explicado Artemio López, el resultado final será, presumiblemente, nulo.
Pero, lo que no queda claro es el sentido y la oportunidad de esta exposición de Cristina en un territorio hostil, tan abierta a la polémica mediática. “Resultó ser una experiencia floja y poco redituable, para la Presidenta y para la Universidad, ya que se la vio a la mandataria bastante incómoda, y respondiendo a preguntas de poco nivel, que parecían más dirigidas a enervarla que a contribuir al conocimiento.”, según expresó Julio Burdman.
Y este es el núcleo de la cuestión. ¿Para qué, en procura de cuál efecto político se presentó Cristina ante esa audiencia, ante esos “preguntadores” obviamente aleccionados, dispuestos para “enervarla” con pseudo preguntas que sólo repetían consignas tributarias del discurso “clarinista”? Es decir, Cristina respondiendo a la enunciación de títulos periodísticos, a construcciones discursivas (“cepo al dólar”, la más obvia), al agradecimiento cínico de “los argentinos que pueden preguntar”. Otra vez, ¿para qué someterla a ese mal rato, a esa escena de conflicto gratuita? No se entiende.
Pero, claro, la hinchada K en las redes supone que se trató de una presentación deslumbrante. ¡Que los bailó a los pibes PRO! Y ahí están las fotos y la data de los “preguntadores”, y sus papelitos que los delatan en sus intenciones políticas y los descalifican. Pero, obviamente, vale considerar si el resultado comunicacional es el mejor. Diría un ajedrecista: a “la reina” no hay que exponerla en batallas triviales. No se gana ni se pierde mucho allí, pero se le da pasto (o carne) a las fieras que después manejan la interpretación de lo sucedido.
¿En el entorno de Cristina nadie pudo impedir la construcción de esa escena, nadie pudo interferir esa secuencia de estudiantes “opositores”, “espontáneos” e “independientes”? Volvemos a la sempiterna discusión acerca del “relato” y las “audiencias redundantes”. Nosotros, los K, desenmascaramos la verdadera identidad de los “preguntones”. Pero, la prensa dominante (no la nuestra) presenta una versión según la cual “Cristina fue aplazada en su examen”. ¿Quién gana y quién pierde en esta puesta en escena innecesaria?

viernes, 28 de septiembre de 2012

Ignacio Fidanza y el optimismo acerca del porvenir de la guerrilla cacerola

La primavera, tanto como las cacerolas, han llegado para quedarse entre nosotros por algún tiempo, que se medirá en semanas. Y, tal vez, se vuelvan pasado cuando llegue el verano y (después de la eclosión del 7D, cuando “Clarìn” se ajuste a la ley, claro) los “indignados” argentinos emprendan viaje hacia alguna playa. ¿Tendrán dólares? ¿Buen tiempo o lluvias? ¿Tendrán noticias? ¿Tendrán TN? No se sabe.
Lo cierto es que la manifestación del pasado jueves 13 brindó una materia maleable para la prensa opositora, tan necesitada de construir “acontecimientos” que socaven la sólida prevalencia electoral y hegemonía política del kirchnerismo. Y así esa prensa editorializa acerca de ese “ánimo” opositor (¿destituyente?) y aspira a construir en los medios una suerte de “insurgencia” social anti K, al parecer en ascenso e incontrolable. Una visión optimista de la derecha.
Todo sirve. Un minúsculo grupo protestando en el domicilio del juez Oyarbide, un centenar en Nueva York repudiando la visita de Cristina e, inclusive, ¡30 personas! ante la casa del secretario Guillermo Moreno. Todo suma a la hora de construir un clima de contestación social generalizada ante el Gobierno democrático.
Por ese camino avanza Fidanza, Ignacio, quien más rápido que despacio saluda a este “nuevo actor político”, la cacerola, “que busca equilibrar el sistema desde afuera”. O sea, dice que la cacerola procura oponerse por fuera del sistema de partidos y contrapesar la dominancia K. Ahora bien: más allá de los medios de comunicación opositores, ¿cuál sería la polea de transmisión de sus quejas airadas? ¿Si no hay partido que se presente a elecciones vehiculando sus demandas, a dónde marchan las marchas cacerolas? ¿A quién interrogan sus algaradas callejeras, sus gritos, carteles e insultos? ¿Al Gobierno o a la oposición?
Según Fidanza, el desafío cacerola sólo atañe al oficialismo: “El gobierno tiene hoy amartillada sobre su humanidad la convocatoria a un nuevo cacerolazo para el 8 de Noviembre en el Obelisco. Mientras intermitente, todo su dispositivo de poder, sufre microcacerolazos aquí y allá. Como sea, la cita del mes próximo puede terminar en un mitín deslucido de un puñado de resentidos o reventar las calles con multitudes semejantes o acaso superiores a las del reciente cacerolazo.”
¿Un Gobierno acorralado, una pistola sobre su humanidad, o en la cabeza? ¿Una luz cegadora, un disparo de nieve? ¿No será mucho? Recordemos a las entusiastas capas medias que acompañaron a Blumberg y a Biolcatti, y a sus débiles efectos de largo plazo sobre los resultados electorales posteriores para moderar tanto entusiasmo opositor.
Como bien señalan Mariano Montes y Javier Caches: “Sin organización que los contenga, la movilización ciudadana y la ocupación del espacio público puede ser una experiencia estimulante (sobre todo para los sectores sin tradición política previa, como parecerían ser aquellos que se manifestaron), pero no pasa de ser una expresión espasmódica. En otras palabras, cuando la gente vuelve a su casa, lo que quedan son los partidos.”
El intento de Fidanza es otorgarle al cacareo de los cacerolas una “voz” unificada, un mensaje claro. Y dice que dijeron: Inflación, Inseguridad, Colapso del transporte público.” Mentira: los testimonios obtenidos por las cámaras de los programas televisivos (“6,7,8”, “CQC“, “La cornisa“) que (a diferencia de “TN”) les dieron la palabra a los manifestantes, no registraron esos reclamos. Ninguno mencionó la inflación, ni el transporte público, y sólo tangencialmente se refirieron a la “inseguridad”.
Marchaban por otra cosa, por la expresión de un odio visceral ante el Gobierno, la “diktadura”, culpable de la restricción a sus privilegios, especialmente porque les cobra impuestos, e impone límites a la compra de dólares, tanto para atesorar como para viajar al exterior. Y hablaban, confusamente, de la falta de una representación que les permita intervenir en la discusión acerca de la conducción política del Estado. Y, claro, de sus “gastos” para mitigar la inequidad, la Asignación Universal por Hijo, por caso. Y su propuesta antipolítica era, sencillamente, “el golpe”. “Que se vaya la Yegua”, así nomás, sin elecciones.
Acerca de la gravedad de estas enunciaciones antidemocráticas Fidanza guarda silencio, porque consignarlas no le sirve a su propósito de encubrir la orfandad representativa de la movilización cacerola. Una falta de conducción, de liderazgo, que según él la volvería aún más amenazante. Dice: “Lo grave -para el kirchnerismo- es que se trata de un proceso que transcurre por fuera de sus designios y peor aún, sobre el que tiene una casi nula capacidad de intervención ¿A quién ir a buscar para ofrecer qué?”.
A la marcha cacerola, a la que se expresó en las calles, a esa manifestación de personas indignadas, el kirchnerismo no debe “intervenirlas” ni “ofrecerles” nada. ¿Son opositores al Gobierno democrático? Es su tarea organizarse en torno a alguna expresión política existente o generar una nueva. (Salvo que quieran precipitar un “golpe en defensa de la democracia”, como dijo algún cacerola lúcido y bocón.)
Ante la falta de representación política de la cacerola, la pelota está en la cancha del PRO, el partido de Mauricio Macri, el “gran ausente”, que no se hace cargo de aquello que promueve, junto con el Grupo Clarín: el odio, el revanchismo social. Son ellos, Clarín y el PRO, quienes buscan torcer la voluntad expresada por la vía electoral en octubre. La presidenta Cristina no les impide expresarse en las calles. Los escucha cuando la insultan, a ella y a la democracia. Y los invita a presentarse a elecciones presidenciales, si se animan, Mauricio o Magnetto, ¿por qué no?

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Mensaje para Macri: Beatriz Sarlo reclama la alfabetización política “progresista, democrática y autónoma” de los caceroleros

Foto: Ceci Estalles (censurada en Facebook).
Fue muy cargada de sentido la imagen de esas mujeres que caceroleaban con un cartel impreso: “EN BARRIO NORTE TAMBIÉN TENEMOS HAMBRE”. Y una pena que ningún movilero les preguntara: “Hambre, ¿de qué?”, para despejar la ambigüedad de la ironía o de la queja genuina. Es obvio que la protesta de las capas medias porteñas “acomodadas” munidas de cacerolas no apunta a defender su soberanía alimentaria, su derecho a comer. En ese punto están más que satisfechas, hasta el exceso y la sofisticación.
Protestan por el freno a su voracidad en tanto “ganadores” del modelo capitalista argentino. No viven la carencia, pero ahora tienen problemas a la hora de convertir sus ahorros en dólares. Y sufren cuando deben explicar su plan de gastos en el exterior. Sucede que son “indignados” a los que les va entre bien y muy bien y “levantarla con pala” a la hora de medir el reparto de la torta económica, y están peleando por más en la cancha del decil más alto. Pero “la Diktadura” interfiere su deseada plenitud del goce. Les pone límites. Y encima “gasta” en los pobres con la Asignación Universal por Hijo. Y así promueve la “procreación irresponsable” a la que se dedican las “gentes sin recursos”, dicen.
“Nadie nos escucha”, dicen. Y en realidad sí, son escuchados, editorializados, comunicados en sus demandas llegando hasta el exceso. Ahí cumple su papel el sistema de medios dominantes. Sólo que tanta sobre-representación mediática (“en los diarios que leo siempre hablan de mí“) no se corresponde con su representación política en el Congreso, con su menguada capacidad de incidir en la marcha de las cosas.
La dirigencia política opositora fracasa, no logra (ni siquiera cuando se aglutina en el Grupo A) conseguir resultados que satisfagan esa expectativa de las clases acomodadas de fijar un límite eficaz a la experiencia populista. “Hacen lo que quieren”, dicen, resentidos. Y cacerolean, en la calle o tímidamente desde los balcones, o tocando bocinas mientras dan vueltas a la manzana.
Sería valioso para el sistema democrático verlo a Mauricio Macri participando abiertamente de la convocatoria a las marchas caceroleras hacia Plaza de Mayo y tomando la palabra para otorgarle un sentido claro a la movilización. Es “su gente” la que protesta, la misma que él (Macri) convoca a manifestarse desde sus locales, las estructuras estatales que gobierna, sus referentes (Pinedo, Bergman, Bullrich) participantes de la marcha y los medios que lo acompañan. Es muy pobre y cobarde de su parte decir, como todo intento de evaluación, que la movilización fogoneada por “Clarín” fue “impresionante”. ¿Y qué más? ¿Macri comparte las consignas de los caceroleros, sus cantos, sus carteles, tan insultantes y antidemocráticos? “Que Cristina se vaya con Néstor”, por ejemplo.
Y aquí mete su cuchara Beatriz Sarlo al adoptar una mirada tan protectora como despectiva: Es injusto hacer responsables a los manifestantes de lo que les falta y les sobra a sus consignas. Su movilización indica que hay allí fuerzas dispuestas a jugar en el espacio público. La responsabilidad cae del lado de intelectuales y políticos que no articulamos una interpelación progresista, democrática y autónoma. No supimos escribir las cosas mejor que en Facebook.”
Según Sarlo, se trató, al fin, de una manifestación de personas que no pueden hacerse cargo de sus actos, ni de sus gestos (manitos haciendo “fuck you”) ni de sus dichos (“que se vaya la yegua Cristina”), porque son “inocentes”. Simples cabezas huecas, manipuladas por algún “gran hermano” al que Sarlo no identifica. La esperanza sería para estas gentes de derecha la “interpelación progresista”, que reemplazaría “el lenguaje del odio contra los planes sociales y la asignación universal (“planes descansar” y “asignación para coger”, entre otras frases)”, que ella cita, por otras más “educadas” o políticamente correctas. ¿Será “Clarín”, será “La Nación”, será la orfandad de representación de los caceroleros de cara al 2015? ¿Cuáles son las fuentes que animan el odio social? Sarlo no lo dice.
En toda movilización organizada (y ésta lo fue) hay una dirigencia que convoca (que en este caso no da la cara) y decide el formato de la protesta. Hay participantes activos, convencidos, que promueven las consignas: “El que no salta, es negro o K”, por caso. Y otros que acompañan porque comparten el núcleo de significación de la marcha, su trazo grueso “anti K”, en el que se inscriben sus demandas individuales, aunque tal vez no compartan el objetivo político más ambicioso de los organizadores: forzar un abrupto cambio de rumbo favorable a los grupos económicos y políticos enfrentados con el Gobierno que impulsan una escalada destituyente. El desafío de la comunicación política K es operar ese deslinde, aislando a los promotores del odio golpista de los (supuestamente) “confundidos”.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Los caceroleros no quieren presentarse a elecciones. Quieren golpe.

Y, sí, los entusiastas del “fin de ciklo” se excitan. No dicen (no son tan torpes) que cambió la relación de fuerzas después del cacerolazo de los ganadores (los que exigen ahorrar en dólares) sino que “cambió el clima” para con el oficialismo, incluso entre quienes “circunstancialmente” pudieron votarlo. Todo voto es circunstancial, “situado”. Votás a Menem, ponéle, para decirle NO al lápiz rojo del ajuste de Angeloz, y el tipo con patillas te emboca mal. Y, después, le votás en contra porque te traicionó.
¿“El gobierno se habla a sí mismo”? Chiste. ¿El aumento de la AUH es para los funcionarios? ¿O para “La Cámpora”? ¿No modifica los índices de pobreza e indigencia? ¿Los caceroleros reclaman una mejor distribución del ingreso? ¿La equidad? ¿O el fin de la “diktadura”? La oposición se “chaviza” y desde el universo “nac & pop”, no sólo desde TN, la estimulan.
Sí: esa poca gente se moviliza con ganas. Están perdiendo privilegios, ganar más (lucha contra la Gesta AFIP) y disfrutar (dólares para el turismo “libre”). “¡Qué cuestión”, diría Gelman.
Los que se excitan por estas salidas a la calle de la derecha gorila deberían moderar su entusiasmo. No tienen ideas compartidas, apenas expresan “un estado de ánimo”. NO SEAN OPTIMISTAS. Ese magma opositor está muy lejos de construir equivalencias entre sus demandas, tan diversas. Lean, por caso, sus carteles. Escuchen sus reclamos.
Seamos claros: esta algarada la construyeron los medios de comunicación opositores. La “corpo”, sí, la que construye, día a día, minuto a minuto, el “clima de opinión” en sus públicos. La corporación mediática que no se presenta a elecciones pero mantiene la jefatura intelectual de la oposición. La hegemonía mediática que provee a los “indignados” anti K la legitimación de sus “motivos” y “razones”.
Los políticos profesionales vacilan, envían mensajes de apoyo, antes o después, pero no se atreven a presentarse en las calles. Saben que, si pretendieran ofrecer a esta “muchedumbre” un programa  electoral los cagarían a patadas. Los movilizados no quieren elecciones. Son golpistas.

martes, 11 de septiembre de 2012

Cristina y Dios en la cadena del miedo dominical

El pasado domingo asistimos a un festival de la manipulación informativa. La “cadena nacional del miedo y el desánimo” tiene cada día menos argumentos para ofrecer. Se limita a hurgar en cada discurso de la presidenta Cristina Fernández, picoteando aquí o allá, buscando una falla, una inconsistencia, una posible contradicción para convertir ese retazo discursivo en un acontecimiento político. Y cuando no encuentra nada, lo inventa.
La prensa dominical de la derecha -siguiendo un guión previsible- editorializó hasta el hartazgo en torno al “miedo”, como palabra clave de la consigna que desencadena la escritura de los amanuenses.
Cristina dijo: “Sólo hay que tenerle temor a Dios y a mí, un poquito. Por lo menos los funcionarios que dependen de mi nombramiento. Es responsabilidad mía. Todos y cada uno de los funcionarios. He firmado los decretos de sus nombramientos. Notifico solemnemente en este acto a todo el Poder Ejecutivo, organismos autárquicos y satélites: cuando suceden situaciones de esta naturaleza se comuniquen conmigo para ver lo que está pasando.”
¿A qué se refería Cristina? A la cadena de complicidades y negocios que afectan el saneamiento de la Cuenca Matanza Riachuelo, denunciada por el periodista Horacio Verbitsky, en el muy oficialista periódico “Página/12” y no advertida por la línea de funcionarios cuya “misión y función” es ocuparse de ese asunto. Simple y claro. Un mensaje presidencial con destinatarios precisos. Pero, la prensa opositora decidió distorsionar este mensaje dirigido a los funcionarios cómplices o indolentes o cobardes y convertirlo en una “amenaza” a la ciudadanía en general. Sólo reprodujeron la frase: “Sólo hay que tenerle temor a Dios y a mí, un poquito.” Y nada dijeron acerca del contexto argumentativo en que fue enunciada. Y así se generó la cascada de notas que apuntaron al “miedo” que Cristina, supuestamente, suscita y promueve, como estrategia de disciplinamiento social.
Veamos:

“Una presidenta que reclama que se le tema casi como a Dios (¿una semidiosa, entonces?) es un caso único en la historia de la democracia argentina.”  (“Un proyecto para cambiar la democracia, por Joaquín Morales Solá. “La Nación).

“Pocos días después de reflejar cierta nostalgia por los faraones del antiguo Egipto, la presidenta de la Nación volvió a sorprendernos con una frase de antología: Sólo hay que tenerle temor a Dios, y a mí, en todo caso, también un poquito.” (“El sincericidio presidencial y los corderos cristinistas
, por Fernando Laborda. “La Nación“).

“Entre ser amada o ser temida, Cristina aspira a que la quieran, pero se siente más segura si le tienen miedo.” (“Se acentúan los síntomas de autoritarismo en el Gobierno
, por Ricardo Kirschbaum. “Clarín”).

“Y sonó a advertencia: “Solamente hay que tenerle temor a Dios… y a mí, en todo caso, un poquito”. El miedo y la obediencia han sido los materiales con que se construyó el estilo “k”, las dos caras del sistema que el matrimonio impuso en Santa Cruz , su marca de fábrica.” (“El miedo y la obediencia, elevados a regla de oro
, por Susana Viau. “Clarín”).

“Advirtió sobre el miedo que habría que tenerle a Dios. Le faltó alzar un crucifijo e invocar al diablo. También habló del miedo que, por suerte en menor escala, habría que tenerle a ella misma.” (“La política de la intolerancia y el apriete
, por Eduardo Van Der Kooy. “Clarín”).

“Habla Cristina y dice: “Hay que tenerle miedo a Dios y un poquito también a mí”. La corte de adulones, embobada y servil, aplaude la intimidación que los alcanza también a ellos porque nadie es peor tratado que la propia tropa, a la que el poder considera funcional e inofensiva.” (“Receta Cristina: meter miedo y tratar a los grandes como chicos
, por Julio Blanck. “Clarín”).

“Fueron tragicómicas declaraciones en línea con la cercanía a Dios de la Presidenta a la hora de fomentar el miedo entre los mortales.” (“Disidentes y enemigos
, por Alfredo Leuco. “Perfil”).

“El otro concepto lo dio la Presidenta cuando dijo que “hay que temerle a Dios y un poquito a mí”. No está claro si se quiso equiparar a Dios, pero que haya habido funcionarios que aplaudieron jocosamente esta advertencia, es patético. No hay registro de que en un acto en la Casa Rosada funcionarios festejen el estar bajo la dominación del miedo hacia quien desempeña la primera magistratura del país.” (“La Argentina del miedo
, por Nelson Castro. “Perfil”).

En fin, como diría el filósofo macrista Fernando Niembro: “Se nota mucho” la directiva de un “estado mayor” que afecta y atraviesa a todas la redacciones opositoras que escriben al unísono, presentando al “miedo” (la coerción) y no el consenso democrático como sustento y explicación de la hegemonía kirchnerista en estos años. Mentira que insiste, y aún convoca a jornadas de protesta en las calles a través de las redes sociales. Los “indignados” que se manifiestan sin un partido que se haga cargo. ¿Y el PRO? Bien, gracias. 

domingo, 9 de septiembre de 2012

Cristina: La tapa “erótica” de Noticias o la estrategia de la consolación

El núcleo duro de la oposición, cada vez más irracional e impotente, necesita algo que lo sacie, que vehicule su odio. Como un psicópata que clava alfileres en la foto de su enemigo. Ya no les alcanza con caricaturas de Sabat, cruzando bandas adhesivas en la boca de Cristina para brutalmente descalificar su derecho a la palabra. Ni de las otras muchas representaciones obscenas que la han intentado ridiculizar a lo largo de estos años. Ahora apelan a una animación de imágenes dibujadas para ilustrar “el erotismo del poder”, al que supuestamente sucumbe nuestra presidenta, Cristina Fernández.
En realidad, lo que “Noticias” satisface es el deseo de convertir a Cristina en un objeto sexual asequible para todos. Exhibida en su supuesta intimidad. Y descargar sobre ella la revancha imaginaria de la cultura machista de la derecha argentina que desea “tenerla”, “dominarla”, “someterla”. Y todo eso, además, con el concurso de Barack Obama, presente en la escena fantaseada, representando la posición “viril”.
Es decir: una estrategia de la consolación. Publican dibujitos que resuelven en el plano de la imaginación aquello que no pueden lograr en la realidad. Un testimonio más del derrumbe intelectual y moral del periodismo opositor. Y también de la dirigencia política que ha guardado un silencio condescendiente y cómplice ante este ataque insultante cargado de misoginia y revanchismo social.
No nos equivoquemos. Ese “cómic” llevado a tapa es un ataque a Cristina, a la persona presidencial, a lo que ella simboliza. Esa basura mediática presentada como un producto “artístico” y “desprejuiciado” es una falta de respeto, a ella, y va de suyo que también a los millones de personas que la elegimos para conducir el país. Una nueva descalificación que se suma a las insistentes editoriales que la presentan como una persona que vive encerrada en un mundo irreal, engañada por las versiones fraudulentas de la realidad que le comunica un grupo de cortesanos, una mujer “aislada” que “fantasea”. Y allí apunta “Noticias”, esa lacra que medra excitando el odio.
Por suerte para nosotros, los argentinos de a pie que la elegimos (y la elegiremos otra vez en 2015, si ella quiere), Cristina es muy fuerte, inteligente, y capaz de ponerse siempre de pie ante los golpes. Y también es muy bella, y atractiva al borde de los 60 años, a punto tal de convertirse en un objeto verosímil de ese deseo colectivo que sostiene ese dibujo animado. ¡Qué cuestión! Cristina y Evita, tan odiadas y deseadas.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Macri: del exitoso 0800 a la fuga hacia adelante

Imagen: www.facebook.com/pages/El-Cobayo-Tira-Bombas
Más allá de la cháchara optimista, lo cierto es que los caminos de Mauricio Macri se angostan. La inteligente actividad de la jueza Patricia López Vergara condujo al gobierno PRO a involucrarse en el conflicto más masivo (y lesivo) que afronta su gestión: la progresiva parálisis del servicio de subterráneos. No sólo fue obligado a sentarse con las partes en conflicto (la empresa Metrovías y los “metrodelegados” en la discusión paritaria) sino que además se vio obligado a solicitar y retirar los fondos (210 millones de pesos depositados por el Gobierno nacional) para solventar el servicio. O sea, ¡hacéte cargo!
Así lo reconoce un semanario macrista: “El Gobierno porteño sabe que, más tarde o más temprano, deberá hacerse cargo de la red de subterráneos y por eso ya encargó una auditoría para saber cuánto le costará poner en óptimas condiciones el servicio. Por eso, y a pesar de lo que diga públicamente el Jefe de Gobierno de la Ciudad, las segundas líneas ya están trabajando en el pase. Seguir negándolo trae más problemas que ventajas frente a la ciudadanía. Si se llega a producir un nuevo paro de los metrodelegados, el costo político que pagará el Pro será altísimo, le adelantó a Noticias Urbanas un operador porteño que está involucrado en las reuniones que se vienen realizando entre Nación y Ciudad a través del Ente Tripartito.”
El problema es que la gestión PRO no puede presentar ninguna ilusión a futuro para sus votantes. La prometida reducción de personal (con su correspondiente 0800 ÑOQUI) culminó en un pacto con el gremio municipal, y la consiguiente ampliación de cargos. La mejora en el transporte se tradujo en una vuelta al esquema de circulación en las avenidas que regía en los años 70, con el añadido de metrobús y bicisendas. Los kilómetros de subte, en nada. Hospitales públicos sin gas, escuelas públicas sin maestros. La baja de impuestos, se convirtió en suba indiscriminada. ¿Algún cambio estructural en la ciudad más rica del país? No.
Tal vez por eso, la provocación pensada por el ministro de Educación, el licenciado en sistemas Esteban Bullrich para ganar notoriedad ante la inopia de sus pares, con el manoseado 0800 BUCHÓN, se convirtió en una política de Estado (municipal). ¡Hay tan poco para ofrecer! Y hasta el propio Macri salió a apropiársela. Y sí, tanto se empecina en litigar por derecha, en construirse  como negación del kirchnerismo, que todo sirve.
Por supuesto: los chistes a veces salen mal. Y Bullrich y Macri se terminan enchastrando en una discusión entre “El Eternauta“ (una historieta), “El Nestornauta” (una imagen), y un juego participativo, y lo que no leyeron y no saben y no entienden, porque viven en otra burbuja cultural. Son torpes, pero esa ignorancia que los volvía atractivos para sus votantes (no me la hagas difícil) termina por delatarlos en su incapacidad. No para reprimir (que lo hacen hasta donde pueden y ahí están como prueba los docentes separados de sus cargos por “dramatizar” su situación) sino para conducir el conflicto a un lugar inerte, como hacía Narodowsky, el renegado, hasta que lo atraparon espiando.
La discusión se espiraliza y el macrismo se expone al ridículo. Imperdible el papelón protagonizado por el ministro Bullrich ante la jueza Liberatori, divulgado por “Página/12”, y ocultado por los medios dominantes. Pero la protección mediática funciona hasta que entra al juego Fito Páez y rompe el cerco de silencio. “Los dirigentes del PRO hubieran sido buchones y entregado gente en la dictadura”. Y obliga a Macri a contestar, y así sigue. No hay mucho más. Macri anuncia la extensión de la red de WiFi a las bibliotecas públicas y la llegada de Sri Sri Ravi Shankar.
Hace dos semanas, el “house organ” del macrismo (“Clarín”) había lanzado un globo de ensayo, informando acerca del debate abierto en el PRO sobre el futuro de Mauricio y su posible paso al costado. No se trataría, ¡NO!, de sacarle el cuerpo a una gestión que se derrumba en las encuestas, ni de una salida anticipada de un cargo ejecutivo en procura de fueros legislativos (¡cargo menor!) ante el progreso imparable de la justicia hacia el juicio oral en la causa por las “escuchas” ilegales. ¡NO!
Dijo “Clarín”, citando a un promotor de la movida: “El único que se animó a confirmarlo fue el diputado nacional Jorge Triaca: “Ante el deterioro de la política que impulsa el Gobierno, ante el deseo de eternización en el poder y ante un escenario tan grave que se viene para todos, no sé si hay margen para que Mauricio no juegue. Esa carta tiene que estar a disposición”, dijo. ¿En qué distrito? “Donde haga falta”, completó.” Muy bien: el adalid republicano no le hace asco a nada, con tal de fugarse.
Más allá de las desmentidas, lo cierto es que en estos días se está realizando una encuesta telefónica a los residentes en la Capital, consultando acerca de la evaluación (entre muy buena, buena, regular y mala) de la gestión PRO; indagando si el entrevistado había votado a Macri; y tercera, significativa cuestión: “¿Qué opina acerca de la posible candidatura de Mauricio Macri en las elecciones legislativas de 2013?” En fin, algo se aproxima.