jueves, 12 de agosto de 2010

Beatriz Sarlo avizora y advierte desde el mangrullo

Resulta obvio, a esta altura, que los medios hegemónicos (cada día más preocupados acerca de su menguante capacidad de construir la opinión pública) se ven obligados a "metabolizar" una mala noticia: el crecimiento del kirchnerismo en las encuestas, tanto en la imagen de sus principales dirigentes como en sus posibilidades electorales de cara al 2011. Se trata del mismo proceso de cambio en el "humor social" que ha insistentemente documentado e interpretado Artemio López, en clave optimista, claro.

Pero, para el diario La Nación esa transformación aún en curso genera una indisimulable preocupación, especialmente en lo que atañe a la posible reorientación de las "capas medias", su público objeto, al fin de cuentas. Y en ese marco entendemos que debe ser leída la más reciente contribución de la otrora crítica cultural, ahora devenida en analista política, Beatriz Sarlo. Bajo el título "La conquista de las capas medias", Sarlo abona la teoría de la manipulación de las conciencias como estrategia de dominación del kirchnerismo gobernante.

Dejemos de lado la anécdota efectista del ciudadano que de motu proprio la llama por teléfono para declararle que, en tanto homosexual, se considera favorecido por la aprobación de la ley de matrimonio igualitario ("matrimonio gay", según Sarlo). Ciudadano que le advierte que ha modificado su voto (antes, opositor) respecto del Gobierno. Ciudadano al que Sarlo "clasifica" con una frase: "Hablaba bien, una sintaxis cuidada, de frases completas". (Alguien educado que "le adjudicaba al Gobierno una ley que le había cambiado de tal modo la vida").

Sarlo afirma que lo entiende, como "entendería a los viejos que se jubilaron sin aportes porque su vida laboral había transcurrido en negro, o a las familias que reciben el ingreso universal por hijo". ¿Entendería qué cosa? Que los beneficiarios/destinatarios/sujetos de esas medidas de ampliación de derechos estén dispuestos a votar al Gobierno. Pero, al paso, descalifica a ese gobierno que se hace cargo de impulsar esas políticas benéficas.

Es decir, si bien Sarlo "entiende" que la sociedad reciba positivamente las medidas no puede dejar de desmerecerlas señalando que esas políticas son apropiaciones indebidas, "oportunistas", en tanto que la idea original del ingreso universal por hijo "no pertenece al kirchnerismo" (cierto, y tampoco a la oposición, hay que remontarse a las actividades de un tal Lord Beveridge, Inglaterra, ¿1942?) y que "la ley de matrimonio gay no fue un proyecto de los Kirchner" (cierto, y tampoco de la oposición, sino de una diputada aliada -Vilma Ibarra- y antes, de las organizaciones que expresan a la comunidad homosexual argentina).

Sobre la incorporación al sistema previsional de "los viejos que habían trabajado en negro" nada dice. (¡Punto para los K!, y "supuesto" apoyo al Gobierno de los 2.300.000 "viejos" integrados al sistema. Si todo fuera tan mecánico como supone Sarlo, ¿por qué la clase media metropolitana -principal beneficiaria de la política de subsidios del kirchnerismo- le ha sido tan desafiante y hostil?).

Hay una exigencia "programática" en el texto de Sarlo que sólo atañe al oficialismo, e incluso a los "beneficiarios" de sus políticas. Afirma: "Se celebran las extensiones de derechos o los bienes cuando llegan, sin examinar la coherencia con programas anteriores o futuros". Esto es: si una medida no fue anunciada por el kirchnerismo en la campaña electoral y es impulsada luego desde el Gobierno, se trata de un flagrante caso de "oportunismo". (Curioso: siempre supusimos que el "programa" de una fuerza política en campaña es su "piso" exigible, no su "techo" a la hora de gestionar).

¿Qué hubiera opinado Sarlo de la consigna (no enunciada, por cierto) "estatización del sistema de jubilaciones" durante la campaña electoral de Cristina Fernández? ¿Y por qué no le recuerda Sarlo a las fuerzas opositoras -que votaron en contra de la estatización- su inconsecuencia con los proyectos que habían presentado para terminar con las AFJP? ¿O no hubo allí "oportunismo" opositor para congraciarse con el establishment financiero?

Y otro tanto con respecto a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: ¿por qué la ignora Sarlo en el racconto de medidas que produjeron en diversas franjas de la sociedad -especialmente, en las capas medias sobre las que reflexiona- un fuerte apoyo y movilización? Y, otra vez, ¿nada tiene Sarlo para señalar acerca de la genuflexión oportunista del pan radicalismo al defender (por defecto) la continuidad de la vigencia de la Ley de Radiodifusión de la Dictadura? ¿O será que, cuando se escribe en La Nación, es "mejor no hablar de ciertas cosas"?

Dejemos de lado la evaluación de la articulista sobre la participación de los pobres en los festejos del Bicentenario. Ella no los vio y, en consecuencia, no estuvieron (un comentarista del diario señaló: "¿Qué no había pobres? ¿No se paró al lado del camión del ejército en la Plaza de Mayo que repartía chocolate y galletitas? Puedo aceptar que sea de derecha, pero no la tenía como intelectualmente deshonesta"). Lo que sí vio fue la participación del sujeto social que la desvela, las capas medias: "Llenan el centro de la ciudad, desbordan, se las escucha".

Según parece, la derecha está preocupada por las inteligentes mutaciones adaptativas del kirchnerismo. Más precisamente, por el modo en que el partido gobernante supo sacar las cuentas de los errores cometidos durante el conflicto que lo enfrentó ante la corporación agromediática, cuando se discutía la resolución 125 y aún después de la derrota bonaerense del 28 de junio de 2009. De aquellos fracasos, el oficialismo aprendió sus lecciones. Lejos de quedarse fijado en la "foto", el kirchnerismo apostó a la transformación, conectando con diversas franjas sociales que podrían permitirle construir una nueva coalición electoral triunfante. Modificó su estilo e impulsó una nueva agenda sorprendiendo a los opositores, confundiéndolos y arrebatándoles la iniciativa. Así lo confiesa Sarlo: "Si los Kirchner son los únicos que plantean diferencias claras, económicas y culturales, serán ellos quienes definan el tenor y el estilo de la batalla electoral".

De una parte, Sarlo teme por los efectos electorales de la bonanza económica, especialmente entre "los que usan sus tarjetas con descuentos". De otra, advierte acerca de la influencia de las volubles capas medias en el "clima político". Escribe: "Sus activistas son móviles y modernos, escriben en la Web, se movilizan por una reivindicación sin necesitar al Estado como sostén de una campaña, pueden pagar sus folletos, son diestros con la prensa. Si a un sector no le importa lo que le parecía fundamental hace dos años, más que lamentarse por el cambio, habría que preguntarse por las razones".

Es decir, pregunta Sarlo, ¿cómo puede la oposición conquistar a ese sector "moderno" e "independiente", a esos votantes "diestros con la prensa" que parecen estar cambiando de opinión? Su respuesta es: mejorando la oferta opositora, superando el "rejunte sin principios". Precisa: "con ideas que lleguen a la roca dura de la pobreza" (¿disputar el núcleo del voto peronista?) y "también arraiguen en el grupo más volátil de los grupos sociales y culturales" (¿las capas medias hoy en estado de deliberación?).

Y este es el punto. Cumpliendo con su auto impuesto papel de vigía, Sarlo se trepa a su mangrullo y advierte a la minoría atenta que la lee con unción (y especialmente a cierta dirigencia política) acerca de la posible (e impensada, hasta hace poco) derrota de la oposición "republicana" en la disputa que mantiene con el oficialismo por el favor de las "capas medias". Ya se ha dicho: "todo lo sólido se disuelve en el aire". También sucede, parece, con ciertas certezas electorales.

6 comentarios:

Javier dijo...

A Sarlo deberìamos contrastarle lo que escribe ahora sobre el bicenteneraio con lo que decia de de los festejos del bicentenario a pocos dias del 25 en un debate que tuvo por TN con Horacio Gonzalez adonde Sarlo decía que el bicentenario no significaba nada y que no se había inaugurado ninguna estacion de subte (culpa del candidato del establihment o sea de La Nacion Mauricio derrumbes y espionajes Macri, Socma y Boca Jrs S.A ).
Lo que me deja una duda es si La Nacion esta destinado a la clae media , que personas de clase media leen La Nacion , es gente conservadora , de derecha , neoliberales ?

Un abrazo

A.C.Sanín dijo...

Sí, parece que Sarlo insiste en comentar los Festejos, si fueron significativos y cómo y para quién. A su modo, reconoce que se trató de un acontecimiento que marca el clima social de esta etapa. ¿Quedó impresionada, no?

sil dijo...

SArlo esta vieja y no entiende nada. No entiende el país, no entiende la politica... Sik hasta escribe en La nacion!
Pero nunca olvidaré lo que es peor que sus circunstanciales opiniones sobre politica que, a decir verdad, no le importan a nadie.
Nunca olvidaré el ninguneo al que ha sometido sistematicamente a Osvaldo Soriano y a tantos otros...Su desprecio por ellos (y por Soriano especialmente) la muestran en su real magnitud. Su yo es tan grande que la ahoga y la hace escribir boludeces...
Fue, y sigue siendo una representante de lo peor del pais: los que se creen de veras que son intelectuales y son nada más que refritadores de sus propios discursos escritos hace muchos años. Y no se repiten para reforzar ideas. Se repiten por que nada tienen que decir de nuevo...
Sil

Ricardo dijo...

Un gran post, Sanín.
Muy, pero muy bueno.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Creo que ni ella entiende bien a que apunta con su nota. De todos modos tengo una objeción al post:
Cuál de las dos mujeres de la foto es la empleada en negro de la ensayista?

A.C.Sanín dijo...

Me parece, sil, que Sarlo encontró lo que buscaba. Ella no es precisamente ingenua respecto del camino que ha tomado al sumarse a La Nación. Respecto de Soriano, es cierto; desde su posición de poder se decidió expulsarlo de la literatura “culta”. Me parece, por otra parte, que el pasaje de la sección Cultura al papel de editorialista política la expone demasiado en sus prejuicios de clase.

Gracias por el elogio, Ricardo. ¡Siempre generoso!

Anónimo: supongo que pretendió exhortar a los republicanos a terminar con el rejunte y las peleas internas, pero convengo en que resultó un tanto confuso. Respecto de la foto, me puso en un brete, déjeme chequear y después le contesto.

Gracias a todos por los comentarios.