martes, 1 de junio de 2010

El "juguete rabioso" de Clarín es el Bicentenario

Es cierto. Los periodistas de Clarín menosprecian a sus lectores pero, más en general, tienen una mirada despectiva sobre los sectores populares y su capacidad de comprensión, descreen de su inteligencia, su sensibilidad o su compromiso ideológico. Por ejemplo, es interesante esta frase de Van der Kooy, referida a los festejos del Bicentenario, publicada en la edición del domingo 30/05/10: "El marco de las celebraciones mostró dos planos bien diferenciados. La sociedad atenta sólo al entretenimiento y a la excepcional oferta artística. Los dirigentes pendientes más de sus propias aldeas".
Así que, según el Kooy, los seis millones de personas que participaron de los festejos estaban vaciados de cualquier interés que no fuera "entretenerse" y "disfrutar" de la oferta artística. Le faltó subrayar que era "libre y gratuita", para devaluar aún más el sentido de la movilización popular.
Sucedió, según esta visión, que la multitud cantaba el Himno Nacional o La Marcha de San Lorenzo, a voz en cuello, sólo como un desahogo más dentro del esparcimiento en las calles (o sea, cantemos una, cualquiera que sepamos todos, no importa cuál). ¿Aplaudían respetuosamente la carroza que reflejaba la lucha de las Madres sólo porque era estéticamente atractiva, sin ninguna significación histórica o política? ¿Gritaban "el que no salta es un inglés" cuando avanzaba (y moría) la representación ficcional de los jóvenes caídos en Malvinas, porque era "entretenida"?
Digo: en el momento en que se analiza la recepción popular de esa secuencia de actividades cargada de símbolos, fuertemente impregnada de una lectura política de nuestra historia a lo largo de 200 años, desarrollada a través de cuatro días inolvidables, según el Kooy, los argentinos presentes, esa multitud inédita en su masividad y su emoción patriótica "sólo quería divertirse".
Por suerte, hay otras versiones sobre esta cuestión que circulan impresas en papel, aunque -claro- en soportes gráficos menos masivos. Dijo el mismo día Pacho O’Donnell en las páginas del recién nacido Tiempo Argentino: "Será tarea de sociólogos, politólogos y también psicólogos comprender lo sucedido el pasado fin de semana. La gente de la capital y aledaños se echó a la calle con hijos y abuelos a celebrar con alegría el cumpleaños de la Patria. Demostrando que la vernácula tendencia a la autodenigración, que Jauretche marcaba como un mecanismo de la dependencia y el atraso, es privativa de la clase dirigente. Aquella del 'este país de mierda'. La gente común, en cambio, la que lleva adelante el esfuerzo nacional, salió a festejar que el Bicentenario nos encuentra de pie, dignos, orgullosos de haber superado grandes dificultades que hubieran tumbado a otros países". Y sí, por ahí va el intento de entender el papel de la gente común, movilizada.
Y otra, ya que estamos. La columna de Eduardo Aliverti en Página/12 del 31/05/10: "Podrá no tener mucho sentido, entre otras cosas porque es in-medible, determinar los grados de apoyo y oposición al Gobierno que se escondían entre semejante multitud. Sin embargo, salvo si se cree que esa cantidad de gente hubo de concentrarse sólo para ver recitales gratis y picar comidas regionales, de mínima aparece como verosímil que había ahí muchos, muchísimos, de quienes desde el conflicto con “el campo” -por vía del discurso hegemónico transmitido por los medios- se sentían en minoría. Y aun cuando no fuere así, es definitivamente veraz que toda esa gente venció a la mala onda, al todo negativo, a la esparcida edificación de que el país está atado con alambre".
En fin, por suerte se abrió el debate. De un lado, y del otro. La visión elitista, despectiva, negadora de la inteligencia popular que sostienen los periodistas de Clarín sigue siendo aún el discurso dominante, el que "baja" como adoctrinamiento hacia vastos sectores de las capas medias, encerrados en la "burbuja mediática". Pero, de a poco, el discurso contra-hegemónico, enunciado desde la Presidencia de la Nación y acompañado por un muy débil -todavía- dispositivo comunicacional, sale a disputar el sentido común, la interpretación del presente y de nuestra historia. Se provocan grietas, fisuras. Aquí, diría Arlt, a la comunicación dominante le apareció un "juguete rabioso" que no pueden amaestrar.

3 comentarios:

Javier dijo...

Claro tiene razon Van der Koy la gente solo queria ver a la Sole o al salteñio chaqueño Palavecino . Por eso los stands mas visitados eran el de madres y abuelas . Por eso en el stand de ministerio de planificación federal te enterabas de los desarrollos en el Invap o los chicos jugaban en unos monitores a ver si podían armar las viviendas populares con todos sus componentes o al lado te encuestaban sobre que te interesaria ver en TV , mostrandote las señales digitales de la TV Publica y Encuentro . Por eso contaba Cristina Frenandez que en el stand de derechos humanos ingresaban 1000 personas por hora.
Se creerá que sus lectores son estúpidos , que no se enorgullecían ver al Che Guevara entre los grandes proceres de nuestra patria grande?
Pobres en calrinete no pegan una y lo de las coimas en el comercio con Venezuela apareció durante muchos dias en su tapa sin pena ni gloria

Un abrazo

Unknown dijo...

Ja, exopliquenme compañeros como un paquete con Van der Kooy antes de la crispación era un periodista repetable...

impresentables...

A.C.Sanín dijo...

Si, Javier. A veces creo que Kooy, en su empecinamiento por "limar" al Gobierno ni siquiera revisa lo que escribe. Entonces, se equivoca y argumenta contra la experiencia concreta de la sociedad. Ahí están los buenos ejemplos que vos anotás.
Un abrazo.

Es complicado, Manuel, lo que preguntás. Supongo que en el contexto de un Clarín más moderado, de "extremo centro", Kooy tenía acceso a fuentes oficiales, presumía de imparcialidad y escribía sin adoptar las maneras del editorialista "de partido". Hoy, acompaña al Grupo en su descrédito, se crispa, miente demasiado y se le nota. Un abrazo.