martes, 11 de septiembre de 2012

Cristina y Dios en la cadena del miedo dominical

El pasado domingo asistimos a un festival de la manipulación informativa. La “cadena nacional del miedo y el desánimo” tiene cada día menos argumentos para ofrecer. Se limita a hurgar en cada discurso de la presidenta Cristina Fernández, picoteando aquí o allá, buscando una falla, una inconsistencia, una posible contradicción para convertir ese retazo discursivo en un acontecimiento político. Y cuando no encuentra nada, lo inventa.
La prensa dominical de la derecha -siguiendo un guión previsible- editorializó hasta el hartazgo en torno al “miedo”, como palabra clave de la consigna que desencadena la escritura de los amanuenses.
Cristina dijo: “Sólo hay que tenerle temor a Dios y a mí, un poquito. Por lo menos los funcionarios que dependen de mi nombramiento. Es responsabilidad mía. Todos y cada uno de los funcionarios. He firmado los decretos de sus nombramientos. Notifico solemnemente en este acto a todo el Poder Ejecutivo, organismos autárquicos y satélites: cuando suceden situaciones de esta naturaleza se comuniquen conmigo para ver lo que está pasando.”
¿A qué se refería Cristina? A la cadena de complicidades y negocios que afectan el saneamiento de la Cuenca Matanza Riachuelo, denunciada por el periodista Horacio Verbitsky, en el muy oficialista periódico “Página/12” y no advertida por la línea de funcionarios cuya “misión y función” es ocuparse de ese asunto. Simple y claro. Un mensaje presidencial con destinatarios precisos. Pero, la prensa opositora decidió distorsionar este mensaje dirigido a los funcionarios cómplices o indolentes o cobardes y convertirlo en una “amenaza” a la ciudadanía en general. Sólo reprodujeron la frase: “Sólo hay que tenerle temor a Dios y a mí, un poquito.” Y nada dijeron acerca del contexto argumentativo en que fue enunciada. Y así se generó la cascada de notas que apuntaron al “miedo” que Cristina, supuestamente, suscita y promueve, como estrategia de disciplinamiento social.
Veamos:

“Una presidenta que reclama que se le tema casi como a Dios (¿una semidiosa, entonces?) es un caso único en la historia de la democracia argentina.”  (“Un proyecto para cambiar la democracia, por Joaquín Morales Solá. “La Nación).

“Pocos días después de reflejar cierta nostalgia por los faraones del antiguo Egipto, la presidenta de la Nación volvió a sorprendernos con una frase de antología: Sólo hay que tenerle temor a Dios, y a mí, en todo caso, también un poquito.” (“El sincericidio presidencial y los corderos cristinistas
, por Fernando Laborda. “La Nación“).

“Entre ser amada o ser temida, Cristina aspira a que la quieran, pero se siente más segura si le tienen miedo.” (“Se acentúan los síntomas de autoritarismo en el Gobierno
, por Ricardo Kirschbaum. “Clarín”).

“Y sonó a advertencia: “Solamente hay que tenerle temor a Dios… y a mí, en todo caso, un poquito”. El miedo y la obediencia han sido los materiales con que se construyó el estilo “k”, las dos caras del sistema que el matrimonio impuso en Santa Cruz , su marca de fábrica.” (“El miedo y la obediencia, elevados a regla de oro
, por Susana Viau. “Clarín”).

“Advirtió sobre el miedo que habría que tenerle a Dios. Le faltó alzar un crucifijo e invocar al diablo. También habló del miedo que, por suerte en menor escala, habría que tenerle a ella misma.” (“La política de la intolerancia y el apriete
, por Eduardo Van Der Kooy. “Clarín”).

“Habla Cristina y dice: “Hay que tenerle miedo a Dios y un poquito también a mí”. La corte de adulones, embobada y servil, aplaude la intimidación que los alcanza también a ellos porque nadie es peor tratado que la propia tropa, a la que el poder considera funcional e inofensiva.” (“Receta Cristina: meter miedo y tratar a los grandes como chicos
, por Julio Blanck. “Clarín”).

“Fueron tragicómicas declaraciones en línea con la cercanía a Dios de la Presidenta a la hora de fomentar el miedo entre los mortales.” (“Disidentes y enemigos
, por Alfredo Leuco. “Perfil”).

“El otro concepto lo dio la Presidenta cuando dijo que “hay que temerle a Dios y un poquito a mí”. No está claro si se quiso equiparar a Dios, pero que haya habido funcionarios que aplaudieron jocosamente esta advertencia, es patético. No hay registro de que en un acto en la Casa Rosada funcionarios festejen el estar bajo la dominación del miedo hacia quien desempeña la primera magistratura del país.” (“La Argentina del miedo
, por Nelson Castro. “Perfil”).

En fin, como diría el filósofo macrista Fernando Niembro: “Se nota mucho” la directiva de un “estado mayor” que afecta y atraviesa a todas la redacciones opositoras que escriben al unísono, presentando al “miedo” (la coerción) y no el consenso democrático como sustento y explicación de la hegemonía kirchnerista en estos años. Mentira que insiste, y aún convoca a jornadas de protesta en las calles a través de las redes sociales. Los “indignados” que se manifiestan sin un partido que se haga cargo. ¿Y el PRO? Bien, gracias. 

2 comentarios:

Daniel dijo...

Son unos hijos de puta, sin vueltas.

A.C.Sanín dijo...

Daniel: Sí. Hijos de puta muy organizados. Con una directiva común, parece. Un abrazo.