martes, 24 de julio de 2012

Cristina, Scioli y el relato de la cadena nacional “del miedo y el desánimo”

La presidenta Cristina Fernández volvió a denunciar ayer el papel abiertamente político de la comunicación hegemónica, empeñada en desmoralizar a sus audiencias y desgastar así al gobierno. Cristina definió a los medios opositores como “la cadena nacional del miedo y el desánimo”.
Se trata, claro, de otro round en la pelea que el kirchnerismo libra contra el cerco informativo que construyen las corporaciones dominantes y sus voceros periodísticos, dedicados a imponer su propia agenda de temas y en construir relatos acerca de los conflictos que se suscitan, especialmente aquellos que afectan a la coalición gobernante.
A modo de ejemplo, en estos últimos días los periodistas de los medios opositores se ajustaron muy obedientemente a una suerte de “minuta” comunicacional muy precisa. Sin excepción, todos los “analistas” coincidieron en afirmar que la ayuda ofrecida por el gobierno nacional a la administración de la provincia de Buenos Aires para resolver la “crisis del aguinaldo” -concretada en el préstamo de 600 millones de pesos de la ANSES a la Provincia más la autorización para emitir bono de deuda por 900 millones de pesos-, fue una respuesta defensiva ante una abrupta caída en la imagen positiva de la presidenta Cristina. (Véanse los textos de Fidanza, Fontevecchia, García, Jacquelin, Morales Solá, Laborda, Kirshbaum, Van der Kooy y Aulicino, en cadena gráfica, desde el jueves pasado hasta ayer mismo).
Esto es: según el relato de la prensa gráfica opositora, el envío de una ayuda extraordinaria fue una medida exclusivamente dictada por los sondeos de las principales encuestadoras (de las cuales sólo se identifica en un articulo a la consultora Poliarquía), sondeos que eran supuestamente coincidentes en señalar que “la mayoría de la población entendía que la demora en el pago del aguinaldo de los bonaerenses, era consecuencia de una decisión de la Casa Rosada. Y en esa sintonía, reflejaban una caída de la imagen positiva de la Presidenta.”
Esta lectura intencionada también incluía otros supuestos.
Por caso, que el gobierno nacional dispone de “cajas” inagotables, en el Banco Central y en la ANSES, con fondos siempre disponibles para auxiliar a cualquier administración provincial deficitaria.
Otro supuesto implícito o velado, es que la administración encabezada por Daniel Scioli no cometió ningún error en su planificación, y que su crisis de los aguinaldos simplemente “estalló”.
Y también, que Scioli fue víctima de un engaño. Se lo habría forzado a impulsar un revalúo del impuesto inmobiliario rural con la promesa de enviarle 2.800 millones de pesos y que lo estafaron al enviarle sólo mil.
Y que esta “mezquindad” del gobierno nacional (que siempre tuvo los fondos a disposición) obedece al intento de señalar a Scioli como un mal administrador, para dañarlo en su imagen pública como futuro candidato a presidente.
La situación podría ser narrada de otro modo.
Quienes monitorean la planificación anual de la provincia de Buenos Aires habían advertido con mucha antelación que, dada la situación financiera internacional, las posibilidades de endeudarse estaban seriamente restringidas. Y que el déficit presupuestado pero no cubierto (6.000 millones de pesos) habría de evidenciarse en el mes de julio, a la hora de pagar los aguinaldos. Scioli confió en exceso en la extorsión latente que supone una crisis financiera en la provincia de Buenos Aires para el gobierno nacional. No se “sentó sobre la caja” sino que se “dejó estar” a la espera de la ayuda obligada de su hada madrina, la residente en Olivos.
Según este otro relato, Scioli se marcó la cancha solo, por su impericia a la hora de planificar un gasto público compatible con los ingresos reales y no con los soñados. Y se pegó un tiro en el pie al decidir candidatearse prematuramente a la presidencia cuando Cristina sólo había cumplido seis meses al frente del Ejecutivo nacional, lo que -previsiblemente- le otorgó otro volumen (electoral y mediático) a la discusión. Scioli hizo mal las cuentas, económicas y políticas.
Cristina respondió según su lógica: ella no endeuda al país hoy, para que mañana lo pague otro, es una buena administradora y le exige a los gobernadores ser responsables. “Los recursos no son de chicle”, dijo, al tiempo que enviaba la ayuda.
Como escribió, hace no mucho, Nicolás Casullo: “La presidenta no se equivoca cuando apunta que se trata de una disputa por los relatos”. Ayer, volvió a poner en escena el conflicto que afronta este gobierno ante las corporaciones y sus voceros. Scioli estaba sentado a su lado, escuchando. Sería bueno para este proyecto nacional, popular y democrático, que se haga cargo de esta pelea, que no es sólo discursiva.

4 comentarios:

Sujeto dijo...

Hola amigo Sanin:
Como es habitual, coincido plenamente con lo que decís. Y creo -opinión personal- que CFK no puede ser "la comunicadora" del gobierno.
Dejando de lado las neuronas y los ovarios/huevos que les lleva a todos, su talla de estadista, su manejo de los números y de las situaciones, se expone -creo yo- en demasía al ataque buitre, a las acusaciones del "personalismo" (por decirlo de manera elegante) del ejército mediático. Pero, por otro lado, esto que señalo como déficit, es también parte del ADN del kirchnerismo, que alquímicamenteha hecho de sus debilidades, fortalezas.
Abrazo

A.C.Sanín dijo...

Hola Sujeto
Es cierto, Cristina se expone demasiado y el fuego opositor de los medios se concentra sobre ella. "Habla demasiado", dicen. Pero, ¿de qué otro modo quebrar el cerco informativo, las distorsiones de la mediación? ¿Quiénes podrían asumir ese papel de comunicadores? Convengamos que a la luz de los resultadores electorales el protagonismo mediático de Cristina fue masivamente aprobado y es previsible que siga así, tomando riesgos.
Un abrazo.

Ricardo dijo...

Coincido con la lectura, Sanín, pero también coincido con Sujeto. Hoy estoy tan consensual que me crecieron los cachetes y parezco Cobos.

Respecto al conflicto Cristina-Scioli no escribí nada, creo. La razón es que creo que ambas partes del relato pueden tener sus grados de veracidad. Para mí es claro que Scioli lanzó lo de 2015 para victimizarse políticamente luego, cuando el gobierno no le cubriera el déficit. Más allá del resultado final de la disputa (la derecha dice que ganó Scioli porque le pusieron la mosca; yo creo que el oficialismo nacional metió una buena cuña en la PBA y ahora va a ser un poquito el FMI del gobierno provincial, je) deberemos esperar estos escarceos. La muerte de NK abrieron esta puerta.

Abrazos.

A.C.Sanín dijo...

Ricardo: Me parece que será así, como decís, una suerte de monitoreo permanente de las cuentas bonaerenses. ¿Se aplacará la efervescencia naranja, que será del cachet de los Pimpinela, seguirá el fulbito en La Ñata? ¿Y la pauta para Clarín bajará mucho? Habrá que preguntarle a Lorenzino, parece. Un abrazo.