La insistencia de Jorge Fontevecchia en el abordaje “psicobiográfico”
suele enturbiar sus análisis políticos, no exentos de lucidez. Así, el
sábado pasado intentó, desde las páginas de “Perfil”, explicar las
dificultades de la construcción política de Mauricio Macri en clave
“PSI”, como resultantes de una tensión irresuelta entre su “amor al
padre” filo peronista (identificación que le permitiría competir en
2015) y su deseo de ser aceptado socialmente entre los miembros de la
oligarquía, tan gorila y anti popular.
Lo que lo lleva a Fontevecchia a concluir: “Lo que sirve para superar al
padre en términos de éxito (político) podría ser contradictorio con lo
que sirve para superar al padre socialmente en determinados ámbitos.” O
sea: las dificultades del candidato a presidente de la derecha
neoliberal Mauricio Macri no son estrictamente resultantes de su torpeza
política sino más profundas y subjetivas: edípicas. ¿Lo dejamos ahí?
Fontevecchia está siempre tentado a contar la historia argentina como
resultado de una secuencia de pulsiones, represiones y conflictos
anímicos, de “enojos”, “disgustos”, “irritaciones”, “amores” y otras
emociones (algunas de las cuales pueden volverse violentas) que afectan
la vida de relación entre los “influyentes”. Una lectura “proustiana”
que -lejos de cualquier referencia a la muy materialista disputa
económica y el papel de las clases subalternas- supuestamente explicaría
la marcha de las cosas en nuestro país como fruto exclusivo de los conflictos que se
libran al interior de las clases dominantes.
Así, el domingo pasado, en su artículo “El círculo rojo”, afirmó:” Hay
mucha gente influyente a la que este gobierno maltrató con crueldad que
desea que los kirchneristas no sólo fracasen históricamente, sino que se
vayan presos y execrados. No en 2015, sino lo antes posible. Y como una
alianza entre Macri, Massa y Scioli hubiera anticipado esos tiempos,
están muy enojados con Scioli por no haber accedido a abandonar a
Cristina Kirchner.”
Si lo sabe, ¿no debería Fontevecchia identificar a quienes propician un
quiebre de la institucionalidad democrática, el único escenario que
permitiría que “los kirchneristas se vayan presos y execrados, no en
2015, sino lo antes posible”? En lo que habrá que coincidir con
Fontevecchia en el señalamiento de ese “enojo” del “círculo rojo”.
Porque “la jugada” del establishment era esa: sumar a Daniel Scioli a la
rebelión anti kirchnerista que finalmente encabezó el intendente
nordeltino Sergio Massa. Es decir: provocar una cascada de traiciones
que precipitara una crisis institucional que hubiera permitido
-efectivamente- “anticipar” los tiempos. Scioli no aceptó entrar en ese
juego. Y sostuvo, de ese modo, la incertidumbre respecto de 2015, aunque
algunos, porque están muy interesados o porque pagan el precio de su
ingenuidad, confluyan en difundir el pronóstico de que Massa será,
ineluctablemente, un “presidenciable”.
4 comentarios:
Coincido en todo: la lucidez de Fontevecchia (sumado a su interés por pegarle a Clarín), su excesiva mirada Psi y que están enojados con Scioli. Basta leer los diarios, aunque desde el massismo digan que Scioli es el candidato del establishment, ja.
Macri... Macri, pobre: chilla porque efetivamente (sic) lo dejaron ajuera de todo.
Abrazo.
A quien se le puede ocurrir que un gobernador se va a colocar a la cola de un intendente? Si se va a analizar por lo emocional, además, hay que ser menos burdo y elemental.
Ricardo: Fontevecchia es un operador un poco más sofisticado que los escribas de Clarín y conoce bastante bien a los integrantes del "círculo rojo". Y es cierto: Macri se quedó afuera de todos los armados, más allá de que insista en candidatearse para el 2015.
Un abrazo.
Daniel: Creo que Scioli consideró los costos y beneficios posibles de la jugada rupturista y decidió mantenerse dentro del PJ. No sé si la oferta fue que se colocara a la cola de Massa o algo más ambicioso.
Abrazo.
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