viernes, 7 de diciembre de 2012

Elogio de la comunicación kirchnerista frente al 7D. Sigue la lucha contra el Grupo Clarín y las corporaciones, pero ahora somos muchos más los que estamos avispados.

Imagen: Carlos Semorile. www.facebook.com/carlos.semorile
Antes de conocerse el polémico fallo que extiende la medida cautelar que exime al Grupo Clarín de la obligación de desprenderse de parte de su patrimonio a partir del 7D, para adecuarse a la Ley de Medios, hubo quienes criticaron desde el kirchnerismo la centralidad otorgada por la comunicación oficial a “la pelea con Clarín”. Desde esta mirada, la insistencia en este conflicto de poder excluyó otras cuestiones más urgentes o más ligadas a las preocupaciones de las mayorías.
Pero, basta una lectura rápida de los discursos de CFK durante 2012 para advertir que en general se orientaron a explicitar una defensa del modelo económico en una situación de crisis y que, salvo en casos muy específicos, no tuvieron como asunto principal el litigio planteado por el Grupo Clarín ante la Ley de Medios.
Y, ¿entonces? Tal vez esta lectura sesgada esté motivada por el impacto de la robusta y elocuente publicidad dirigida a informar al conjunto de la población acerca del “sentido” del 7D, publicidad especialmente potente en las sucesivas ediciones de “Fútbol para Todos”, que contribuyó a una “puesta en común” de una lucha que sólo era seguida por “la minoría atenta”.
El esfuerzo comunicacional del Gobierno empeñado en este asunto estuvo orientado a volver pública una discusión que permanecía encapsulada en distintas instancias del poder judicial -el Consejo de la Magistratura, la Cámara en lo Civil y Comercial federal porteña, y la Corte Suprema, nada menos-, echando luz, incorporando públicos, alertando acerca de la actividad de los lobbystas del Grupo.
El otro camino hubiera consistido en ceder a la comunicación dominante el beneficio de regular el secreto en torno a este conflicto entre las instituciones de la democracia y las corporaciones económicas. Y el esfuerzo político y comunicacional del Gobierno fue eficaz, en tanto obligó al Grupo Clarín a dedicar buena parte de su comunicación supuestamente “informativa” a hablar de sí mismo, convirtiendo a su matutino en una suerte de “house organ” del Grupo, a terminar confesando su rechazo a la Ley de Medios, sus temores ante su plena vigencia, y aún a mostrar su peor cara, denunciando penalmente a periodistas y funcionarios en defensa de “su” libertad de expresión. Es decir, obligó a ese poder acostumbrado a funcionar en la penumbra (a “presionar -como señaló el senador Marcelo Fuentes- con la dádiva o la amenaza”), a salir a la luz y exponerse.
Ninguna lucha política tiene asegurado de antemano su resultado. El kirchnerismo sabe de estas cuestiones y pese a ello, en condiciones de debilidad asumió en 2009 una confrontación de largo plazo y de resultado incierto. Y hasta aquí llegamos, luego de tres años. El 7D puso en escena una lucha decisiva: la disputa entre el poder democrático (el que se sustenta en las urnas) y las corporaciones mediáticas (que NO se presentan a elecciones) y sus aliados en el Poder Judicial (que tampoco se presentan a elecciones).
El 7D fue un punto de llegada, un punto límite de una lucha que el Gobierno nacional no podía rehuir sin traicionarse. Y el 7D se volverá ahora un nuevo punto de partida para un proceso político que, como señaló Edgardo Mocca, “involucra la recuperación por la democracia de su capacidad de imponer la ley para que la cumplan los que están de acuerdo tanto como los que no”. Así estamos.

2 comentarios:

Daniel dijo...

Muy bueno.

A.C.Sanín dijo...

Gracias, Daniel. Al parecer muchos compañeros suponen que el Gobierno cometió un error al señalar al 7D como una fecha clave porque "se perdió". Creo lo contrario: somos muchos los ciudadanos atentos a lo que sucede.