Sucede a veces, muy pocas, que se llora la muerte de un dirigente político. Sucedió cuando Evita “pasó a la inmortalidad”. Sucedió, también, cuando murió Perón y asistimos a sus funerales tan tensos y conflictivos. Pero mucho más cerca habrá que recordar el impacto que produjo en nuestra sociedad la muerte de Néstor Kirchner.
Fue un hombre excepcional, un dirigente que logró arrancar a un país de su postración, que intervino decisivamente a favor de los más débiles, que recuperó nuestra memoria social y nos puso de pie. Néstor inauguró una nueva etapa política en nuestro país, una etapa de libertad, de lucha, de discusión, de albores. Néstor fue el artífice de esta suerte de “revolución” populista que colocó al neoliberalismo en jaque, que contradijo tantas décadas (desde el 76, por caso, hasta el 2003) de entrega, de sumisión, de violencia antipopular, de desánimo y tristeza.
Néstor se fue, pero nos queda Cristina, su compañera. Abrazar a Néstor es acompañarla a Ella. Los enemigos siguen siendo los mismos.
4 comentarios:
Buenísimo Sanin.
Un abrazo militante.
Gracias, Daniel. Un abrazo para vos.
Muy bueno, amigo Sanin.
Y ese abrazo que vos referís, es el que nos dimos con tantos desconocidos, compartiendo el llanto y el asombro, hace dos años en la plaza.
Los enemigos siguen estando.
Nosotros también.
Hoy más que nunca, fuerte abrazo para vos.
Gracias, Sujeto. Siempre compartimos la emoción. Un abrazo para vos.
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